miércoles, 22 de julio de 2015

Cuando dejamos que el Todopoderoso intervenga, participe y actué, plenamente, en nuestras vidas, todos nuestros planes y proyecto, nuestras aspiraciones y deseos, y nuestro sueños y visiones, necesariamente, se van a concretar, puesto que no hay nada -absolutamente nada- imposible para nuestro Dios (Lucas 1:37). De la mano del Creador del universo podemos lograr y alcanzar todo lo que anhelamos… Nuestras metas, y proyectos, por más ambiciosos e inalcanzables que parezcan, y aunque nuestro peor enemigo, y el mundo y nosotros mismos, nos hemos cerrado muchas puertas, y nos hemos puesto más de mil obstáculos, los hijos de Dios siempre -siempre…, siempre…, siempre- vamos a lograr, y a concretar, todas las ideas que tenemos en mente…, y todos los hechos que deseamos realizar (y lo haremos con excelencia), y todas las aspiraciones que tenemos…, y todo -absolutamente todo- cuanto anhelamos… (Y lo vamos a conseguir no porque seamos muy hábiles, inteligentes y capaces, sino, únicamente, porque el Soberano, y Señor, de todo cuanto existe, está en el control, absoluto, de todo cuanto sucede… y Él -precisamente- está de nuestro lado). El Altísimo nos puede dar, conceder, otorgar, suministrar y proveer, además, mucho más de lo que estamos esperando…, mucho más de lo que podemos imaginar... Lo que fue nuestro, y lo perdimos, tontamente…; lo que el mundo, y Satanás, nos han robado… y lo que para otros es imposible conseguir, nuestro Padre, el Omnipotente, nos lo va a entregar, transferir o devolver... En tal sentido…, y por lo tanto, declaro que todo lo que hagas -a partir de ahora- va a prosperar, tremendamente (Salmos 1:3) y que nada, ni nadie, podrá detenerte…, ni obstaculizar, o interferir, en los propósitos -buenos y perfectos- que Dios tiene para ti, y para cada uno de tus familiares, y amigos… Decreto, además, y en concordancia con la bendita Palabra del Eterno, que eres más…, mucho más, que un triunfador, o triunfadora, que eres mucho más que todos aquellos que, alguna vez, han triunfado en este mundo y, por lo tanto, todo, todo…, todo -absolutamente todo- lo que te has propuesto, lo vas a conseguir, y lo vas a lograr, con el poder y la gracia de Cristo, Jesús, nuestro Señor y Salvador… Así que, ahora mismo, levántate y resplandece…; elévate, hasta las alturas más altas -sobre las águilas, inclusive- que allí -y no más abajo- es donde el Altísimo quiere que estés) y brilla, e ilumina, a tu alrededor, y en ti mismo... Cambia de cara (en estos mismos instantes), y dibújate, en el rostro, la mejor de todas tus sonrisas… y dile al mundo, y a ti mismo, que eres lo mejor que Dios ha creado…, que nada, ni nadie, es más grande y más poderoso, que tu Dios, que Aquel que te ama, intensamente, como nadie -jamás- te amará… (Antonio Merani Góngora).

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